Alfano dijo la justa sobre si todos tienen derecho a ir a la Universidad

En la edición del este último sábado del programa «PH, Podemos Hablar», la discusión sobre la educación universitaria y las oportunidades de estudio se convirtió en un tema candente. El conductor, Andy Kusnetzoff, dio inicio a la conversación, y Graciela Alfano, con valentía y pasión, defendió su perspectiva sobre este tema, que ha generado debate en la sociedad argentina.

 

La conversación comenzó cuando Sol Perez intervino en el debate, afirmando que «los chicos tienen que ir a estudiar más allá de las posibilidades económicas que uno tenga». Esta declaración, sin duda, refleja una preocupación importante por el acceso a la educación superior en Argentina. Sin embargo, Graciela Alfano tomó la palabra con determinación y expresó su punto de vista sobre la cuestión.

Dijo Graciela Alfano: “No, no. Tenemos que poner un país en marcha y para eso hace falta inteligencia. Vos decís la educación (señaló a Sol Pérez), yo entiendo que todo el mundo tendría que ir a la universidad, pero también hacen falta artesanos, gente en el campo. No todo el mundo tiene que ir a la universidad”.

 

“No solamente lo que hace falta sino también sus capacidades. Vos metes gente que de pronto no tiene capacidad para ir a una universidad gratuita, y no se recibe. Y cuando no se recibe el país pierde plata. Y lo que más ocurre es que gente que tiene dinero envía a sus hijos a estudiar afuera, entonces, se van dólares”, cerró.

 

Como bien señaló Graciela Alfano, el país necesita ponerse en marcha y para lograrlo se requiere inteligencia, pero no necesariamente a través de la educación universitaria para todos. Ella argumentó que, si bien es fundamental promover el acceso a la educación superior, también es crucial reconocer que no todos los individuos tienen las mismas capacidades y habilidades para completar con éxito una carrera universitaria.

 

La visión de Alfano destaca la importancia de equilibrar las ofertas educativas, reconociendo la diversidad de talentos y habilidades presentes en la sociedad. Mencionó que, además de profesionales universitarios, el país necesita artesanos y trabajadores en sectores como la agricultura, que son esenciales para el desarrollo de la economía y el bienestar de la nación. Esto refleja una comprensión realista y pragmática de las necesidades de Argentina en un mundo en constante cambio.

 

Uno de los puntos más relevantes que Graciela Alfano planteó es que impulsar a personas que carecen de las capacidades necesarias para la educación universitaria gratuita podría resultar en un desperdicio de recursos. Esto no solo afectaría a los estudiantes, sino también al país en su conjunto. El costo de la educación universitaria es significativo, y cuando los estudiantes no logran graduarse, el país pierde dinero. Además, esta situación contribuye a la saturación de las universidades, dificultando el acceso de aquellos que realmente tienen la vocación y la capacidad para cursar una carrera.

 

Es importante reconocer que la educación universitaria gratuita es un recurso valioso que debe ser utilizado de manera eficaz. Esto implica brindar oportunidades a aquellos que tienen una verdadera pasión por el conocimiento y la formación académica, y que están dispuestos a dedicar tiempo y esfuerzo a sus estudios. Alentar a aquellos que no están preparados para esta responsabilidad puede no solo ser injusto para ellos, sino también perjudicial para la sociedad en general.

 

Graciela Alfano también tocó el tema de las desigualdades económicas en el acceso a la educación. Mencionó que, a menudo, aquellos que tienen recursos envían a sus hijos a estudiar en el extranjero, lo que resulta en la fuga de divisas. Esta preocupación es válida, ya que implica que el sistema educativo no está logrando retener a los estudiantes talentosos en Argentina, lo que podría reforzar aún más las diferencias socioeconómicas.

La perspectiva de Alfano no busca negar el acceso a la educación superior a quienes desean estudiar en la universidad, sino enfocarse en garantizar que esta educación sea valiosa y productiva tanto para los individuos como para el país en su conjunto. La diversidad de opciones educativas es esencial para atender a las diferentes habilidades y vocaciones de la población, y esto no debería verse como una desvalorización de la educación universitaria, sino como un enfoque pragmático para el desarrollo de la nación.

 

En lugar de polarizar la discusión, podríamos aprender de su llamado a una evaluación más profunda y matizada de cómo la educación universitaria se integra en el panorama educativo y económico de Argentina.