Dicen que la vida es una calesita: a veces estás arriba, otras abajo, pero siempre volvés al mismo lugar. Esta máxima popular se ajusta como anillo al dedo a lo que está ocurriendo con la periodista María Belén Ludueña, quien en 2021 desató un escándalo de proporciones titánicas al acusar a Antonio Laje, entonces su jefe en «Buenos Días América», de maltrato laboral.
Aquel escándalo mediático fue digno de un culebrón televisivo. Ludueña renunció abruptamente a América TV y Laje quedó en el ojo del huracán, con una lluvia de acusaciones que caían sobre él de todos lados. El periodista, conocido por su estilo exigente y riguroso, tuvo que salir al aire con lágrimas en los ojos para aclarar que ser exigente no es lo mismo que maltratar. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: la opinión pública se dividió y la reputación de Laje quedó tambaleando.
Con el paso del tiempo, las aguas se calmaron y la imagen de Antonio Laje logró recomponerse. Mientras tanto, María Belén Ludueña encontraba refugio en Canal 13, donde parecía haber hallado un nuevo comienzo. Todo transcurría con relativa calma hasta que, recientemente, se supo que la periodista estaba a punto de volver a América TV en 2025, el mismo canal donde trabaja nuevamente Laje. La noticia hizo estallar las alarmas: ¿Qué iba a pasar cuando ambos se cruzaran en los pasillos? ¿Sería Ludueña capaz de saludar con una sonrisa a quien acusó públicamente y dejó al borde del abismo profesional?
La posibilidad de este encuentro inevitable generó revuelo en el ambiente periodístico y en las redes sociales. Las críticas no se hicieron esperar: “Más que caradura”, señalaban muchos, recordando el daño que sus denuncias le habían provocado a Laje. La tensión era palpable, y la idea de que Ludueña pudiera actuar como si nada hubiera pasado rozaba el absurdo.
Finalmente, la historia dio un giro inesperado: María Belén Ludueña reculó y anunció que no regresará a América TV. La periodista declaró que Canal 13 le hizo una “muy buena oferta” al enterarse de su posible partida, lo que la convenció de quedarse. Sin embargo, no hace falta ser un experto en negociaciones para darse cuenta de que esta decisión fue más un acto de prudencia que una cuestión de conveniencia económica.
Es difícil creer que Ludueña no haya meditado sobre el escandalete que volvería a encender si se animaba a compartir el mismo techo que Antonio Laje. Su posible llegada a América habría sido vista como una provocación, un intento descarado de borrar con el codo lo que escribió con la mano. Y aunque Laje, en su estilo característico, ha mantenido un perfil caballeroso y nunca le recriminó nada, ni siquiera cuando se cruzaron en alguna entrega de los premios Martín Fierro, es evidente que la relación entre ambos no es la mejor.
Con esta decisión, Ludueña parece haber optado por evitar un mal mayor: el inevitable cruce con Laje y el escrutinio público que esto hubiera generado. Aunque trató de disfrazar su marcha atrás como una jugada profesional, lo cierto es que, al menos por ahora, se queda con las ganas de regresar a América TV. ¿Caradura? Muchos dirían que sí. Pero, al final del día, lo importante es que se hizo justicia: la periodista prefirió dar un paso al costado antes que enfrentarse a las consecuencias de sus actos pasados.
Moraleja: en el mundo del periodismo, como en la vida, todo vuelve. Ludueña eligió quedarse en Canal 13, y con eso evitó enfrentarse a un pasado que, por más que quiera, nunca podrá borrar.