Nuestra solidaridad con Julian Weich en este duro momento

La vida es una constate prueba de enfrentar el día a día, y hay momentos en el que debemos ser más fuertes que nunca para continuar nuestro sendero.

El reconocido conductor Julián Weich, uno de los rostros más populares de la televisión argentina en las décadas del ’90 y 2000, ha abierto su corazón para hablar de una lucha personal y silenciosa que vivió en la cima de su carrera: una profunda depresión.

A sus 59 años, el presentador de éxitos como Sorpresa y Media confesó los escalofriantes momentos de vacío que lo llevaron a sentir un deseo de desaparecer, a pesar de su aparente plenitud profesional.

La paradoja de su sufrimiento se sitúa entre 1996 y 2001, un período donde su vida pública brillaba con luz propia. «Tenía posicionamiento profesional.

Más del dinero que necesitaba. Rating de sobra. Y, finalmente, el cariño popular. Pero era infeliz”, reconoció el conductor, destacando la profunda desconexión entre su imagen pública y su estado emocional interno. Esta realidad interna contrastaba drásticamente con la alegría que proyectaba en la pantalla chica.

El punto de inflexión fue una revelación escalofriante que lo obligó a buscar ayuda: «Me asusté cuando en vez de querer matarme, quería morirme», confesó Weich, haciendo pública una importante alerta sobre la seriedad de su estado.

Esta toma de conciencia lo llevó a recurrir a un psiquiatra en 2002, iniciando una terapia que se extendió por seis meses.

El camino hacia la recuperación tomó un giro crucial cuando conoció el libro “Muchas vidas, muchos maestros” de Brian Weiss. Esta lectura le permitió reencuadrar su visión de la vida y comenzar a transitar lo que describe como un camino espiritual «eterno».

Hoy, el conductor asegura haber redefinido su concepto de bienestar, buscando la tranquilidad por encima de la euforia superficial. «Con el tiempo descubrí que mejor que vivir ‘feliz’ o contento, es encontrar el modo de vivir en paz», sostiene.

La honestidad de Weich también se extendió a su vida familiar, revelando que su depresión puede tener raíces en su pasado, al describir su infancia en Belgrano como «infeliz».

Además, en un momento íntimo y de gran vulnerabilidad, el animador tuvo un «ataque de culpa o de conciencia» que lo impulsó a enmendar su pasado con sus seres queridos. “Un día reuní a mis hijos a todos para pedirles perdón”, afirmó.

Con estas valientes declaraciones, Julián Weich no solo pone luz sobre su propia historia, sino que también contribuye a la creciente conversación pública sobre la importancia de la salud mental, demostrando que el éxito y la fama no son un escudo contra el sufrimiento interior.